Casi
junto con el cine nace la historieta, una sucesión
de imagenes impresas que narran. El nuevo medio no se podía
privar de un tema tan poderoso como el sexual o erótico,
aunque las restricciones del género fueran para los
niños, estaba claro que el medio seducía adultos.
Clandestinamente en los años 30 traían
a Estados Unidos, impresos en la frontera con mejicana y disfrazadas
en biblias, estas pequeñas historietas (las “Tijuana
Bibles”) de 5 por 8 cms. y 8 viñetas, una por
página, obra de dibujantes anónimos , dónde
inmaculados héroes del cine y la historieta infantil
se desahogan en orgías frenéticas, penetran
y son penetrados, seguramente recuperándose del stress
del Star System.
  
En Buenos Aires, circularon parodias similares
donde Don Fulgencio, “el Hombre que no tuvo Infancia”
, podía disfrutar de la masturbación, o “El
Otro Yo del Dr. Merengue”, saltaba el psicoanálisis
y daba rienda suelta a sus pasiones.


Un poco como el creador original del Dr.
Merengue , Divito, un disfrutador de la buena vida y las mujeres,
que al insinuar con sus “Chicas” más de
lo deseable por el conservador Dante Quinterno, el creador
de Patoruzú lo echa de su editorial y lo obliga a crear
la propia y famosa “Rico Tipo”, es ahí
dónde las poderosísimas “Chicas”
se potencian aunque reprimidas por el uso y la costumbre de
los modernos años ’50.
Pero “el Otro Yo” de cualquier
dibujante estalla con tanta presión, como estos extraordinarios
dibujos o chistes eróticos, de autor “anónimo”,
por decisión propia y por la de la familia , pero de
evidente factura y maestría, llenos de gracia e inteligencia,
que las costumbres de la época impedían hacer
públicos, y la tilinguería de la actual tampoco
lo desean.

Guardados clandestinamente para disfrute
con sus amigos , muestran un desopilante autor que con desparpajo
trata cualquier tema sexual sin ataduras ni controles, y que
en este momento se muestran en exclusividad al público,
previo a la publicación de la edición completa.

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