Una
oportunidad para el guiño íntimo, la sonrisa
pícara, llamado “Erotismo del Domingo”,
por cómo se vendía en ferias, una colección
de objetos de referencia sexual, exagerada y salvaje o infantil
e ingenua. Objetos , en muchos casos, artesanales por no poder
llegar al mercado a través de un producto masivo.
Como los enormes penes de vidrio botellones
que se llenaban con leche y perseguían salpicando en
las despedidas de solteros de la décadas del 30 al
60.

Con el desarrollo de la masiva industria
japonesa del juguete, solo faltaba inventarlos para adultos,
y una sexy muñeca con sus bamboleos automáticos
revuelve los tragos y cócteles en la barra del bar.
Tal vez mientras se sintoniza alguna melodía girando
los pezones para sintonizar una radio con forma humana.

Pero estos no dejaban de ser productos marginales,
y la fantasía de los consumidores superaba los afanes
industriales. A caballo con la irreverencia hacia los íconos
y héroes intocables, como tuvieron las “Tijuana
Bibles” en la historieta, ahora motivan al autor artesanal
que no resitió la tentación de proveer a superhéroes
de atributos, nunca rerpresentadas, pero no menos heroico.
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